Flores para Miguel Diomede

Trabajo en su taller de la Boca todos los días de su vida y se entregó laboriosamente a su obra, generalmente de pequeño formato, de motivo sencillo y de factura exquisita.
Hubo que rogarle para que aceptara ser académico.
En los archivos fotográficos de sus colegas , cuando aparece, generalmente se esta escondiendo.
Habría que inventar un nuevo adjetivo para describir su extremo rigor; con su obra , con sí mismo y con sus creencias acerca de la pìntura en general.
Se considero siempre un pintor abstracto.
Cuando mi padre le manifestó, después de años de frecuentarlo y considerarse su amigo, su intención de comprarle, Lo acompañó y le hizo adquirir un Victorica.
Cada vez que vemos un ego iluminado por los flashes, cada vez que se festejan públicamente las glorias de dudosos logros y efímeras reputaciones volvemos a Miguel. A sus pequeñas y eternas composiciones que parecen pedir perdón por el hecho de existir.

Diomede flores

 

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