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Mercado de arte

Fermin Eguia   AlgoEl mercado de objetos artísticos  ha sufrido en las ultimas tres décadas un flujo ininterrumpido desde los estratos medios de la sociedad hacia una pequeña elite económica.

Ha habido una enorme concentración de obras clásicas, modernas y contemporáneas históricas y relevantes en muy pocas manos. En algunos casos esas nuevas colecciones han tenido destino de exhibición pública por suerte.

Los nuevos compradores se han volcado hacia la obra contemporánea que fue la única naturalmente disponible.

La abstracción más o menos geométrica, el pop de los 60´s el informalismo y una figuracion liviana cercana al comic han circulado con mayor o menor éxito desde las paredes de las galerías, ferias y subastas a las paredes de los nuevos compradores argentinos, que para decir la verdad no se diferencian ahora mucho  de otras paredes de otros lugares del mundo. Cuando baje la marea de la novedad veremos que queda de bueno sobre la playa.

Circulan para los ojos más entrenados, obra media y menor de importantisimos artistas  que bien seleccionada podría conformar a un público mucho más exigente.

Siempre que se persigan objetivos más elevados que los meramente decorativos un pequeño cartoncillo de un gran maestro  tendrá mucho más que contarnos; de sí mismo, de este país , su gente y tal vez de nosotros mismos.

La discusión por los precios sigue ocupándonos como si fuera lo sustancial. En realidad, con el tiempo los más despiertos terminan entendiendo que un papel acariciado por el lápiz o el carboncillo de Spilimbergo o Diomede siempre va a resultar preferible a un papel acuñado desenfrenadamente por la casa de la moneda.

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El Fueguito

Al pequeño Policastro lo exhibían en las vitrinas del Banco de la Ciudad dos o tres veces por año, no lo recuerdo bien. Mi padre anotaba al principio que día sería subastado y cual sería el precio de la base.   Pero no había caso, una y otra vez su dueño lo rescataba del infortunio y el martillero anunciaba el retiro de la pieza. La pequeña policastrotecnica mixta representa un rancho amenazado por uno de esos cielos de Policastro que parecen anunciar el apocalipsis. A la derecha arde una pequeña hoguera donde una figura femenina contempla las llamas. En su austera sencillez resume todo lo que el enorme pintor argentino vino a agregar a nuestra historia plástica.

Un día mi padre dejó de perseguirlo, y cuando lo veía nuevamente ofrecido solo sonreía. Lo adquirimos muchos años después, cuando ya no lo esperábamos; en una subasta donde concurrimos por otras obras, tal vez más importantes. Detrás del pequeño cartoncillo esta la historia viva de la obra y de su dueño. Tachados en tinta hay decenas de números, cada uno de ellos corresponde al del empeño y al de su rescate. Tal vez un día a su poseedor las cosas se le complicaron, quien sabe. Al drama existencial de la representación lo acompaña para siempre el pequeño drama del anverso.

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